Pareciera ser que la deconstrucción masculina comenzada por la generación millennial ha avanzado en usos, modismos, relaciones interpersonales y nuevos hábitos. Uno de ellos, y vaya que ha cobrado fuerza, es el del grooming.

No nos referimos, por supuesto, al ciberacoso de adultos a menores de edad, que también lleva ese mismo nombre y que es un delito. De lo que hablamos es del otro grooming, término que en inglés se ocupa para referirse al cuidado capilar masculino. Pero no solo al facial sino que al de cualquier lugar del cuerpo donde crezca pelo.

Es un tema que poco a poco ha ganado terreno entre los jóvenes —y los no tanto— y que incluso se ha vuelto una tendencia predominante entre los hombres. Mientras las mujeres se liberan de la obligación social de mantenerse depiladas, los varones toman el camino contrario.

Algo que se observa tanto en los memes y chistes que muestran a hombres con un cuidadísimo corte de pelo y barba, hasta las sofisticadas barberías masculinas que, tratando de emular el viejo concepto de la peluquería de barrio gringa (hasta con el poste rojiazul fuera del local), se han multiplicado por las ciudades como farmacias.

Hasta hace poco el cuidado capilar masculino en raras ocasiones era tema para el público, pero las nuevas generaciones —lideradas por futbolistas y las estrellas de la música urbana— se preocupan obsesivamente de su pelo. No solo de sus artísticas barbas y cortes de cabello, sino que también de otras partes menos visibles.

Como el grooming masculino es una realidad no minoritaria, han aparecido —como si se pusieran de acuerdo— múltiples opciones de marcas y estilos de rasuradoras, con varias posibilidades de cortes y con coquetos nombres de fantasía.

En esta ocasión —inédita para este columnista—, el modelo que nos tocó probar fue un producto de Meridian Grooming, una tienda de cuidado personal ubicada en Los Ángeles, California, que sacó The Trimmer, una rasuradora impermeable con tecnología “extra sensible”. O sea, para usarla en zonas delicadas, idealmente en la ducha. Nos aventuramos a probarla.

Especificaciones técnicas

  • Peso: 320 gramos
  • Cuchilla: Skin Safe, de cerámica.
  • Motor: 6.000 RPM
  • Voltaje: 5V
  • Batería: 800 mAh
  • Tiempo de carga completa: 2 horas
  • Autonomía: 90 minutos
  • Resistencia al agua: 100%

Liviana, cómoda y discreta

Sencillo ejercicio: se levanta la caja del producto y la rasuradora está ahí mismo, recostada en una cuna plástica negra, lista y precargada para ser usada con sólo apretar suavemente su botón central. Debajo de la caja nos encontramos con un segundo espacio que guarda dos peines de rebaje (de 3-6mm y 9-12 mm), un pequeño cepillo limpiador y el cable conector de 220v USB-A desde el aparato, que se conecta directamente a la rasuradora.

A pesar de que venía con algo de carga, decidí igualmente enchufarla a la corriente para ver su comportamiento. La Trimmer es muy liviana y viene recubierta con una confección de silicona muy, muy suave y agradable. Aparte del botón de encendido activado por el pulgar, nos encontramos con un diseño muy discreto y elegante, con tres pequeños y elegantes indicadores LED para saber la cantidad de energía que posee, y abajo la entrada para el cable de poder.

Es de tamaño único y viene en dos colores: sage (verde) y onyx (negro). Aclaremos de inmediato que ésta es resistente al agua y por lo tanto puede ser usada sin problemas en la ducha. Punto a favor ahí. Sin más, ya estábamos listos.

Silenciosa e indolora

Está claro que esta no es una reseña tradicional ni una parecida a las que usualmente se publican en Práctico. En estos casi tres años he tenido el placer de reseñar múltiples gadgets y dispositivos electrónicos, desde poderosos computadores hasta pequeños relojes inteligentes, pero es primera vez que me ofrecen probar una rasuradora. Y una rasuradora especialmente diseñada para el rebaje de zonas, por decirlo así, sensibles.

Al principio la tarea no fue fácil. Entre la insistencia de la agencia de comunicaciones y el posterior beneplácito (entre risas) de mi editor, me decidí no sólo a probar y comentar esta nueva maravilla para el cuidado capilar masculino, sino que derechamente a realizar por completo el experimento. Y no precisamente en mi cara.

A pesar de que el equipo es totalmente resistente al agua, usé la Trimmer después de la ducha, para observar y escuchar bien su funcionamiento. Lo primero que se siente al encenderla es el zumbido, un ruido de motor muy bajo, casi silencioso. En vez de estridencias, como suele haber en muchas rasuradoras o recortadoras eléctricas, aquí hay discreción. Bien. Lo siguiente fue sentir las cuchillas de cerámica en la piel.

Imaginé que el motor podía haber sido algo más manipulable en las velocidades, pero la verdad es que hay solo una potencia. Asumí que con eso sería suficiente, y digamos que lo fue, pero eché de menos un control de velocidad o de intensidad. Tras un microsegundo de pánico, comenzó el rasurado.

La operación, seamos sinceros, fue más bien breve, lo que habla muy bien de la efectividad de la máquina. Con menos de diez pasadas suaves, el experimento estaba casi finalizado y la piel completamente lampiña, incluso en zonas donde uno asumiría más dificultad de acceso para las cuchillas de la Trimmer.

El proceso fue rápido, sencillo y, lo mejor, sin ningún tipo de sensación anómala para un área tan sensible como el bajo vientre. Claro, dedicarse a secciones más recónditas o menos firmes presentó un mini desafío, pero con un buen manejo de muñeca y la casi cero sensación del recortado, la tarea fue algo más lenta y delicada pero siempre efectiva.

Así, en alrededor de cinco minutos el proceso quedó listo y con éxito. La limpieza posterior de la máquina fue fácil: sólo bastó con remover la cabecilla de la rasuradora, pasarla por agua, utilizar el cepillo incluido para despejar restos de vellos y voilà. Excelente servicio. El fabricante, eso sí, recomienda cambiar las cuchillas cada cuatro meses, aunque dependerá de la frecuencia con la que se use.

Veredicto Práctico

Como aparato de depilación masculina, la Trimmer de Meridian entrega lo que promete: una experiencia suave, higiénica, fácil de utilizar y con una rasuradora de buen poder. Muy importante es que sea resistente al agua, lo que permite que la experiencia de rasuración sea discreta —se puede realizar en la intimidad de la ducha, con todas sus facilidades de limpieza— y prácticamente indolora.

Fue un rito de iniciación novedoso pero para nada traumático. Comenzar a preocuparse por la depilación en partes del cuerpo que uno como hombre jamás había considerado, abre un mundo de posibilidades. No sólo para uno —el cambio puede llegar a ser trascendental en todo orden de cosas— sino también para la pareja. Aplicarlo es una interesante renovación, un cambio novedoso que, en el peor de los casos, solo requiere de esperar a que el pasto vuelva a crecer.

 

Revisa la nota original en La Tercera